El último pensamiento,
el último instante bañado en olvido. La tristeza pidiendo piedad a
la audiencia que desorbitada reclaman su libra de carne. Misteriosos
caminos ciegos que recorremos de espaldas, como penitencia de una
condición que yo por lo menos no pedí. Al testigo mudo que
enloquece en su ansía por testificar, le han atado las manos a la
espaldo. Regimen controlado de visitas para el paciente 75. Aislado
de si mismo, se preguntaba cuando lo dejarán visitarse. Siempre las
mismas fotografías, las mismas dedicatórias, las mismas vidas.
Pretérito imperfecto atado a la cama. Y un largo camino que recorrer
a tientas.