martes, 21 de mayo de 2013

Puta esquizofrenia.



Me levanté como cada mañana, la mañana en que todo había cambiado. Era el momento. Sonó el timbre, repetidas veces. Sonido de tacones corriendo a través del piso. “El campo está verde.” Esa era la consigna. Salió corriendo de la oscuridad, su sombra, sin decir palabra. Y pronunció la consigna. Soportar mi custodia le reventaba. Una vida era la condición. ¿Cómo ocurrió? Te echo de menos. Voy a fumar. Regresé de la tristeza y os traje souvenirs. El tiempo apremia, suena el timbre de nuevo, de nuevo suenan tacones que se alejan. Una visita inesperada. La peor mañana de mi vida. El monstruo pensaba que tardaría más en venir. El alba nunca acaba de despuntar, en un gesto de cobardía. Espero que esto quede de mí. Qué algún día alguien me entienda. Parece inútil. A veces. Me preguntó por qué publico, por lo mismo que tú eres como eres. Porque no sabes ser  de otra manera.

black

El tiempo, exhausto, se detuvo a contemplar la belleza de mi tristeza volcada sobre el tapete de flores muertas. La calle sin salida se extendía más allá de donde alcanzaban mis sueños, allí donde moría el horizonte y nacía tu mirada en un rincón oscuro de mis recuerdos. La melodía se alejaba lánguidamente, mientras mi esperanza buscaba una salida golpeándose contra los fríos muros de la indiferencia. Con un gesto ingrávido mantenía encendida la llama trémula que dibujaba la sombra de la noche. El silencio era cada vez más palpable. La marea borraba mis pasos por la arena. Y el tiempo prosiguió su camino. 


martes, 14 de mayo de 2013

el pianista



La cajita de las sorpresas estaba vacía, metí mi mano en los bolsillos sin fondos ni fondo. La habitación se hacía cada vez más pequeña y la imaginación luchaba contra las esquinas de este, mi cubo. Me senté en el borde de la cama escuchando la música, como si fuera la banda sonora de esta escena tan brutal de agonía.
La incertidumbre de un sueño a medio partir que es alcanzado por un despertador atronador que anuncia la hora de abandonar el barco. Primero lo abandonan las ratas (mi cobardía), los niños (mi inocencia), después las mujeres (mi sensibilidad) y por último el capitán (mi consciencia de saber que yo mismo he provocado el choque contra el iceberg de la realidad, y la seguridad de que no voy a sobrevivir.)
Notas que brincan por una partitura, un músico que las persigue, mientras una rubia de pote se insinúa al público borracho tendida sobre el piano. Una pata del gastado instrumento cede, y la chica se desliza con un golpe contra el suelo enmocatedado, un instante par ver como cae encima de su cabeza la cola del piano. La moqueta se tiñe de rojo, se cierra el telón y entran los payasos.
El pianista llora desconsolado en su habitación, intentado dejar la mente en blanco, sentado al borde de la cama que un día compartieron.

domingo, 12 de mayo de 2013

el día de la bestia



Rememorando “el día de la bestia”. Consejos que te alejan de la costa. Me han rayado el coche la noche de mi graduación en la escuela superior de Pleasentville, y sospechamos de ti. Subimos el volumen de la música del ambiente a medida que se aleja mi voz. “soy un pecador, de la hostia”.


El 25 de diciembre del 1995 casi se acaba el mundo, pero gracias a un cura desesperado, un heavy politoxicomano, y un presentador de programa basura de la tele, seguimos en esta mierda de mundo. Hace casi 20 años, eso era gloria, me cago en la puta.


sábado, 11 de mayo de 2013

los sueños no se cumplen


Ocupado en detener el tiempo, un espejo furtivo me confiesa que no soy quién soñé. Doy alas a mi emancipada imaginación y recurro a recursos estilísticos casi tan gastados como mi alma. Me despido de la luz, dispuesto a enloquecer. Pasto de las garras del silencio con que me besa la soledad, llego siempre tarde, a mi cita con el destino. Acumulando tristezas, acaudalado insomne busca dominatrix que lo ponga firme, con hobbies comunes, como la poesía, la música, el cine, y la sodomía. La magia de la deuda eterna nos hace vagar como sombras en la oscuridad. Quiero más. Jamás me he despedido, en realidad, cuando me despida, será tarde, como siempre. Soy politoxicómano invancable tocando a su fin. La noche se cernía sobre mi fantasía, la noche eterna se cernía sobre mi fantasía. Un poco de buena música.


After Hours


Tercios que no cuadran. Historias que siempre acaban mal. Vamos a jugar a la habitación roja. Con la misma canción de la Velvet de fondo repitiéndose una y otra vez, nos limitábamos a encajar objetos. Puertas que se cierran cuando abro la siguiente. Pasos en falso en los que no hay marcha atrás. Ven al asiento trasero de mi coche. Aunque primero tendría que tener coche. Ven al asiento trasero de mi montaña rusa. Jugaremos como de pequeños en la habitación roja. Y la Velvet sonará de nuevo. 


estoy


El pasado como una respiración entrecortada en el cogote te empuja con fuerza hacia el vértice del tiempo. Señales de humo desde una isla quemada. Morir como un hombre bueno. ¡Controla tu cerebro o no te dejaremos tener! Luz artificial difuminándose en la atmósfera de mi alcoba. Sólo existe una forma de morir, lo otro son las circunstancias. Pensar en alto en la parada del autobús. La intransigencia de mi desnudez es una breve treta para olvidarme de mi mismo. El otro día me tuve que ir a buscar, porque me había dejado olvidado, y andaba algo perdido. Pero todo cobra un matiz alegre, cuando tienes fe en que nadie saldrá vivo de esta. Si muero yo, os venís todos conmigo. ¿Jugamos a intercambiar sueños? Tristeza apasionante que me empuja a escribir, ¿pura poesía o simple verborrea ocasional?