martes, 26 de febrero de 2013

¿Momento de voluntariedad o de involuntariedad?


Patinando desnudo sobre la hiel de un mundo que me destruyó ya hace mucho tiempo, olvidando eliminar los residuos de la belleza de unos recuerdos que no logro hacer míos. Sostengo el instante en una postura errática, disminuyendo lentamente el volumen de un silencio que me elude. Carreteras que vagamente recuerdan su camino hacia algún lugar del que no se puede regresar. Enfáticas acusaciones de traición desde el otro andén mientras cruza un tren interminable de miradas muertas. La hermosa estampa de un señuelo roto, de un filtro que se traspasa, de un examen en blanco. Edificios rotos por un cielo anciano que derrama su noche como quién colorea con un lapicero gastado intentando no salirse de la línea de puntos. Una conjetura que encaja con tu secreto como la primera pieza de un puzzle a la que le siguen millones de piezas.
(Frases al azar sacadas de la chistera del hombre invisible.)

Demonio azul


Seguir el rastro de silencio que deja mi propio aullido cuando me atan a la cama. Una madeja que se enreda alrededor de la sombra de un segundero tras la cual me escondo de la luz cegadora de la negación. Arena deslizándose sobre un bombo que martilleo con azar dibuja la silueta de una calle muerta, de la cual espero verte aparecer en cualquier momento. Un impulso espontáneo vuelve mi vista hacia la ventana. Me levanto lentamente y arranco las cortinas, para descubrir un muro de ladrillos de piedra aferrados a los cristales, que destrozo con el puño, y la sangre fluye por mis manos. De regreso al bombo, ya no hay azar y la arena dibuja una calle que se extiende más allá del horizonte. Un contacto que nunca llega en una estación que nunca termina. Como un sueño fatuo dando un paso hacia atrás al ver su rostro en un lecho de agua estancada, maloliente y sincera. Mañanas de improvisación en que el demonio azul aún duerme.

lunes, 25 de febrero de 2013

Números correlativos y un diminuto marcador más allá de toda inquietud.



Un tiempo ahogado entre las notas de un saxo tenor, mientras alguien marca el ritmo desde un rincón oscuro. El humo se acumula en un baso boca abajo donde una mosca casi sin fuerzas busca salida, (...hacia abajo mosca, la vida está hacia abajo...). Señuelos que dan lo que prometen, en un mundo de incertidumbre, señuelos que dan lo que prometen. El despertar de un sueño inequívoco, en el que un marcador señalaba tu número, y una pregunta que queda en el olvido, colgada en la valla fronteriza que separa sueño y realidad. Los ciegos siguen formando el círculo sin hacer caso a la trompeta que les marca el fin del juego, tal vez no saben que hay fuera del baso lleno de humo. Debo concluir estas líneas, me espera Burton.

domingo, 24 de febrero de 2013

desperdicios

Es difícil sostener la cuerda de la que tú mismo pendes, ¡suéltate!. Es profundo el azar en el que no creo. Mantener mi mundo en calma mientras se descompone a pedazos la utopía. Encerrada en un trabalenguas mi voz interior lucha por dar ordenes a los caballos que tiran de mi carro. Observo tras de mi en el espejo del tiempo y veo la partida perfecta de Go, donde cada jugada era predecible. Tal vez ha llegado la hora de contar puntos y empezar una nueva partida, vencedor o perdedor, ahora conozco al rival. Las alcantarillas de los sueños que no se recuerdan desembocan en ríos de un subconsciente cargado de palabras que nunca serán pronunciadas. Al mar de la duda lanzaré las promesas olvidadas en una botella de ratafía. Esbozos cristalinos de una torre imaginaria que luchamos por elevar por encima de nuestras esperanzas. La rueca se detuvo creyendo oír un grito de auxilio, se encogió de hombros, negó con la cabeza, y prosiguió con su traqueteo. ¡Suelta la cuerda!


viernes, 22 de febrero de 2013

cerrar y vaciar


La trascendencia en su mirada anuncia la muerte de las suposiciones. Adentrándome en el camino de la insolvencia de unos sueños robados a la noche, me permito esperanza (esperanza vulgar, esperanza puta, esperanza inusual, esperanza estancada). Las baldosas amarillas se agrietan dejando brotar la sangre de los inocentes que fluye por las venas de la misericordia. Lentamente se acerca para abofetearme a modo de despedida... (no me des la espalda, pienso). Me pierdo entre la multitud sin rostro en busca de identidad. Y sé que alguien me espera en la siguiente esquina para desaparecer, para vaciarme. Abro los ojos a la ceguera más profunda y corro calle abajo desvistiendo mis fantasías de ilusión, abriendo una brecha en el tiempo estático de mi extinción. Un grito ahoga mi silencio en las marismas de la experiencia una nueva existencia.
Es él.
Y cerraron la nevera.

domingo, 17 de febrero de 2013

Nunca cae el telón


Un foco buscando una sombra en un escenario vacío, mientras el público aplaude mostrando sus sonrisas brillantes como las cuchillas del suicida. Un telón que nunca cae pese a la lluvia de cenizas.  Y la oscuridad desmenuza mis palabras cuando intento decirte que no entres. Así que me encojo de hombres al estilo Buster Keaton y te vendo una entrada para el pase de esta noche. Victima y verdugo se confunden en tu mirada y un escalofrío recorre mi gesto. Desapareces por la puerta giratoria mientras yo regreso lentamente a mi nicho familiar. Como un sueño lleno de espejos, los atajos rodean mi indecisión, robándome el tiempo. 

Vetusta Morla - Salvese quién pueda

martes, 12 de febrero de 2013

¿Cual es el precio del establecimiento de llamada de las llamadas que no realizo?


La verdad será recompensada tal y como ella misma lo pida. Silencio por silencio. Indiferencia por indiferencia. Nadie va a decidir por mi la noche en que en que se derrumben las estrellas y los ríos se desborden. Pequeños retales de periódico ocultando una pared de color negro, y una bombilla al aire se balancea iluminando la sala repleta de espejo elípticos. Pequeñas idiosincrasias que imagino tumbado en la cama cuando me pongo mi bombín y me acuerdo de ti. Los payasos no llegaron a tiempo con sus cubos de agua llenos de agujeros. Y la duda ardió como la mala hierba (Mateo 13:24-30) que creció junto al trigo que guardamos en el granero. Las metáforas se desvincularon de la realidad para dar a luz una nueva forma de vida improbable. Una rata se vestía con sus mejores galas para ir en busca de queso. Cuando más tarde la dueña, una vieja enfermiza apenas sin fuerzas, le arrebató el queso de las patitas, le dijo: Deberías haber llamado.

viernes, 1 de febrero de 2013

construir


La silueta de un temblor te atrapa en mitad de la noche en una habitación desconocida. No logras recordar como has llegado allí. Susurros cruzan la estancia como sombras en la oscuridad. Sientes la sensación de la caída eterna del ahorcado. Una tristeza más profunda que tu alma recorre tu espinazo. Un extraño sabor a ceniza atraganta las palabras que nunca llegas a pronunciar. Recorres la estancia palpando las paredes, parecen acolchadas. Y le pides a un dios en el que nunca has creído que todo sea un sueño. Vuelves a la cama, cierras los ojos y escrutas tu interior hasta caer en un sopor. Al despertar descubres que tus plegarias fueron escuchadas, ¿por dios?, ¿por ti?, ¿o por ambos? Abres la puerta, y prosigues construyendo la realidad.