La trascendencia en su
mirada anuncia la muerte de las suposiciones. Adentrándome en el
camino de la insolvencia de unos sueños robados a la noche, me
permito esperanza (esperanza vulgar, esperanza puta, esperanza
inusual, esperanza estancada). Las baldosas amarillas se agrietan
dejando brotar la sangre de los inocentes que fluye por las venas de
la misericordia. Lentamente se acerca para abofetearme a modo de
despedida... (no me des la espalda, pienso). Me pierdo entre la
multitud sin rostro en busca de identidad. Y sé que alguien me
espera en la siguiente esquina para desaparecer, para vaciarme. Abro
los ojos a la ceguera más profunda y corro calle abajo desvistiendo
mis fantasías de ilusión, abriendo una brecha en el tiempo estático
de mi extinción. Un grito ahoga mi silencio en las marismas de la
experiencia una nueva existencia.
Es él.
Y cerraron la nevera.
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