domingo, 24 de febrero de 2013

desperdicios

Es difícil sostener la cuerda de la que tú mismo pendes, ¡suéltate!. Es profundo el azar en el que no creo. Mantener mi mundo en calma mientras se descompone a pedazos la utopía. Encerrada en un trabalenguas mi voz interior lucha por dar ordenes a los caballos que tiran de mi carro. Observo tras de mi en el espejo del tiempo y veo la partida perfecta de Go, donde cada jugada era predecible. Tal vez ha llegado la hora de contar puntos y empezar una nueva partida, vencedor o perdedor, ahora conozco al rival. Las alcantarillas de los sueños que no se recuerdan desembocan en ríos de un subconsciente cargado de palabras que nunca serán pronunciadas. Al mar de la duda lanzaré las promesas olvidadas en una botella de ratafía. Esbozos cristalinos de una torre imaginaria que luchamos por elevar por encima de nuestras esperanzas. La rueca se detuvo creyendo oír un grito de auxilio, se encogió de hombros, negó con la cabeza, y prosiguió con su traqueteo. ¡Suelta la cuerda!


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