martes, 26 de febrero de 2013

Demonio azul


Seguir el rastro de silencio que deja mi propio aullido cuando me atan a la cama. Una madeja que se enreda alrededor de la sombra de un segundero tras la cual me escondo de la luz cegadora de la negación. Arena deslizándose sobre un bombo que martilleo con azar dibuja la silueta de una calle muerta, de la cual espero verte aparecer en cualquier momento. Un impulso espontáneo vuelve mi vista hacia la ventana. Me levanto lentamente y arranco las cortinas, para descubrir un muro de ladrillos de piedra aferrados a los cristales, que destrozo con el puño, y la sangre fluye por mis manos. De regreso al bombo, ya no hay azar y la arena dibuja una calle que se extiende más allá del horizonte. Un contacto que nunca llega en una estación que nunca termina. Como un sueño fatuo dando un paso hacia atrás al ver su rostro en un lecho de agua estancada, maloliente y sincera. Mañanas de improvisación en que el demonio azul aún duerme.

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