De las palabras
surrealistas de unas menudas paganas de la inserso. De las batallas
callejeras de un par de héroes imaginarios jugando a batirse en
duelo con el vértice de la mente. El duelo de los pocos que
recuerden mi nombre será corto, pero más corto es el paso del
hombre en el tiempo. Juguemos a decir mentiras, dice el futuro,
mientras me hundo en la ciénaga de lo irrefutable. Pasarelas para
esqueletos de pocos años luciendo su mejor sonrisa, es el lugar que
ocupa cada uno en el tablero lo que está en juego. Y tú tienes las
de perder. Sonrisas a escondidas albergando negaciones ocupan mi
mente demasiado despierta. Y todo lo que me preocupa es encontrar el
adjetivo adecuado para tu nombre.
domingo, 31 de marzo de 2013
La rapidez.
Engendrado de la
oscuridad, inventé juegos de oportunidades perdidas ocultas tras un
cristal opaco de mentiras y tendencias suicidas. Una colección de
canciones que siempre acaban mal nos alumbraban cerca del fuego que
nos iba consumiendo. Las palabras que inventé para eludir mi miedo
corretean por la habitación vacía donde aún ruge el bebe en un
tosco ataúd mitad sueño, mitad brisa. Y un cañón que dispara
silencio aterrador boicotea los gritos de auxilio del payaso que se
hunde en la boca del león. Pude elegir versos más bellos esta
mañana, pero no soy Neruda, y la vida está estrellada entre un
montón de juguetes olvidados. La rapidez con que mecen mi cuna me
hace olvidar que siempre acabo vomitando los pastos de la tierra que
arrasé. Mas aún soy capaz de sentarme y escribir toda esta queja, meláncolica y caótica, dirigida a la nada.
Atentamente, el payaso.
sábado, 30 de marzo de 2013
Propongo romper el prisma.
Condenado a una inmadurez
siempre repentina, hacía recuento de sus soldados de plomo, el
profesor de filosofía, mientras un tren azul eléctrico era asaltado
por pesadillas demasiado reales. El tablero iba empequeñeciendo,
fracaso a fracaso, y los dados estaban plomados. De nuevo un seis
borraba su conciencia en un juego de manos del hombre manco. La magia
se desplomaba sobre si misma como un castillo de naipes de una baraja
formada íntegramente por un dos de corazones que se repite con la
severidad de cincuenta y dos sueños rotos. Hay que saber diferenciar
la condena del condenado. Me duermo entre la muchedumbre ciega que lo
observa todo, mecido por una mirada muda que, testimonio erecto de la
duda, se mira al espejo y deja caer una lágrima. El caminante está
agotado y el sendero acaba de empezar.
miércoles, 27 de marzo de 2013
Enfermedad
Un libro en blanco que lo
dice todo, y la punta de una hoja doblada que marca donde
desapareciste de mi vida. Breve pausa antes de zambullirme en las
marismas de los por qué. Suena la alarma desde el emisor del cuarto
de la inocencia, mientras fornico con mi conciencia. Y en las cuadras
los caballos se desbocan al oír el gemir de mi joven princesa al
perder el zapato de cristal. Tejiendo sueños en el desván tengo
recluido a mi inconsciente, mientras la emoción se la está mamando. Y
los cuadros torcidos nunca reflejan del todo bien mi pose ecuestre.
Es parte del juego de palabras que improvisamos las noches de
tormenta en que la calle se llena de pureza. 1, 2, 3 , 4, 5, 6, 7, 8
, 9, 10 y … mierda, siempre pierdo la cuenta de las oportunidades
cuando se cierran los puños para golpear el vivo retrato de la puta
en el espejo. Las pertenencias que dejó la dulzura cuando abandonó
su puesto de vigilancia, me sirven para maquillar una sonrisa en mi
miedo. Bendita escritura automática, maldita realidad que la
inspira. Doy otro trago, brindando con el tiempo perdido. Víctima de
mis aspiraciones, reúno al público que pasa por la calle desierta,
para obsequiarles con juegos de manos sin truco. Traicionado por la
epopeya de una civilización que vive una utopía (que paradoja más
repugnante), la mujer del saco sigue mis huellas pese a mi
inmovilidad, tal vez sea yo misma. Busco un ático con vistas al
abismo, a poder ser soleado y con aire acondicionado. Tropezando con
la cuerda de saltar a la comba doy de bruces con un asfalto blando y
pegajoso.
Despierto de repente con
la extraña sensación de haber escapado por un rato de esta
enfermedad que me está matando. Y dibujo una carcajada silenciosa
que despelleja la luz que entra por la ventana.
martes, 26 de marzo de 2013
jersey de cuello alto
Olvidar el sigilo que marcaba la distancia que nos separaba, como un primer amanecer después de toda una vida de ceguera. Miro mis manos vacías mientras ahogo la desolación de un grito que muere más allá de tu mirada, cerca de mis sueños. Inventando anécdotas que no llevan a ninguna parte, que me acercan a los deseos perdidos. Desnudo a la intemperie, en mitad de un desierto de multitud en soledad, mientras la lluvia desdibuja un corazón en la arena de mis recuerdos. Tanto tiempo buscando una salida inexistente me ha dejado exhausto, así que me apoyo en el silencio para descansar mientras las dimensiones se ciernen sobre mí. Nadie me pidió permiso para venir a esta sala de espera, pero nadie me obliga a quedarme. Así que propongo tablas con el destino, mientras unas diminutas hojas se balancean curiosas desde la cúspide para llenar el suelo de un manto de falsedad. Rebuscando en los rincones el pretérito perfecto del verbo sufrir, he encontrado una terrible lástima hacia mi mismo. De pequeño me hacían hacer gimnasia con jersey de cuello alto, y los demás niños se reían, aún se ríen.
lunes, 25 de marzo de 2013
Holding Out For A Hero
En busca de la
imperfección.
Necesito un héroe esta
noche, cargado de pequeños defectos que me hagan volar, de
idiosincrasias en las que me pueda enredar, de matices interminables
en los que adentrarme para desflorar mis secretos. Busco un héroe
esta noche, en el que pueda recostar mi dolor, corazón con corazón,
con el suyo. En el que pueda recostar mi miedo, espalda con espalda,
con el suyo. Un héroe que construya escaleras para mis castillos en
el aire, y que su mayor virtud sea aprender de los errores y no tener
miedo a equivocarse. Necesito un héroe esta noche, con sueños por
realizar, más o menos como yo. Busco un héroe que su mayor
heroicidad sea sobrevivir en esta mierda de sociedad, y su franqueza
al mirarme.
Necesito un ser humano
esta noche, para que buscarnos cosquillas, virtudes y otros pecados.
Soy el acomodador.
Escribo, sobre escrito, palabras muertas que desfloran un sentimiento
de identidad con que proseguir esta función. Mientras, trazo un plan
de fuga, un sendero de latigazos que ha de alejarme de las ruinas de
mi último pretexto. Piso, sobre mis propias pisadas, cuando se
aproxima la tentación de saber, y busco remansos de paz donde ahogar
mi culpa y lavar mi esperanza.
martes, 5 de marzo de 2013
...costumbres y otros delitos...
Un alma
de cristal rompiendo a martillazos su propio pedestal mientras la
cortina de espejo que lo rodea le incita, como un perro atado que
tira de una cuerda que sujeta él mismo. La cuenta adelante es
infinitamente dolorosa.
Se
derramó la intimidad sobre un montón de palabras inquietas sin
destino aparente. Mientras, en las antípodas de la cotidianidad, los
muros de contención de la fantasía cedían lentamente. Recuerdos
manufacturados recorrían las calles vacías de la ciudad muerta de
la última estación de la esperanza. El miedo dormía plácidamente
soñando con un mundo que se alejaba de si mismo. Un mapa en blanco
donde dibujar el destino y un par de zapatos robados a un muerto. Una
ventana al olvido que se cierra pillándome los dedos.
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