Ocupado en detener el
tiempo, un espejo furtivo me confiesa que no soy quién soñé. Doy
alas a mi emancipada imaginación y recurro a recursos estilísticos
casi tan gastados como mi alma. Me despido de la luz, dispuesto a
enloquecer. Pasto de las garras del silencio con que me besa la
soledad, llego siempre tarde, a mi cita con el destino. Acumulando
tristezas, acaudalado insomne busca dominatrix que lo ponga firme,
con hobbies comunes, como la poesía, la música, el cine, y la
sodomía. La magia de la deuda eterna nos hace vagar como sombras en
la oscuridad. Quiero más. Jamás me he despedido, en realidad,
cuando me despida, será tarde, como siempre. Soy politoxicómano
invancable tocando a su fin. La noche se cernía sobre mi fantasía,
la noche eterna se cernía sobre mi fantasía. Un poco de buena
música.
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