Te diría que a veces las despedidas
llegan tarde dejando mal sabor de boca. Stress en nochebuena. Y un
silencio que huele a cloaca se extendía por nunca jamás mientras
recomponía viejos sueños rotos en el cuarto de invitados de mi
propia casa. Rastros que borra el viento de un caprichoso presente.
Cartas a un número de correos que contrataste tú mismo llenas de
palabras que desean no ser leídas. Buscando el mejor perfil de la
existencia nunca la miré de frente. Muérdago sobre tu cabeza, y un
beso apasionado que por un momento me hace olvidar que me toca
apostar. Señales de vida en pequeños botes en la estantería que no
logro alcanzar. Bailamos un vals mientras la orquesta enmudece. Y una
extraña actitud de mi reflejo en tu mirada inexistente. Sólo
rincones de esperanza mientras la luz danza.
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