Buscando desesperadamente
una tangente en el devenir del reloj de pared que cuelga de mi mente.
Las alarmas se dispararon, un intruso entraba en el perímetro de mis
emociones poniendo en peligro el equilibrio incierto de mi universo
particular. Me puse el sombrero de olvidar y me enfrasqué en la
magia de alzar el azar, al lanzar los dados tan alto como alcanza mi
deseo y nunca los vi regresar, como nunca vi cumplirse mi deseo. La
fragilidad de mis pasos por un camino de luces fundida distare mi
atención y debo volver empezar a leer la letra pequeña de mi carta
de despedida. Desviste la futilidad de mis actos de valor todo minuto
que consumo y aún así te consumo, jódete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario