miércoles, 25 de abril de 2012

El Examen


Grabadas en la piel tengo las respuestas del examen. Tanto dolor para no suspender, esta vez no. Oigo: “TIEMPO”. Miro el reloj. Son las doce, dispongo de veinticuatro horas para redactar y argumentar las conclusiones a los misterios de toda una vida. Brillantemente, me esmero en utilizar acertadas comparaciones y metáforas que ilustren para dar más claridad a lo expuesto. Todo lo que he aprendido en una vida, de nuevo puesto a prueba. Esta vez no voy a suspender, esta vez no. Desde los traumas de niñez a los errores de madurez pasando por un resumen de sentimientos. Me sobraba tiempo, aún asi, lo apuré para que fuera la prueba perfecta de mi aprendizaje. Al fin, con el examen completo y ya relajado sonó de nuevo la voz: “TIEMPO”.
Me levanté del pupitre y me acerqué hacia la voz lentamente. Cuando llegué a ella, sin poder evitarlo. Rompí el examen en añicos y lo dejé caer como copos de nieve sobre la mesa. Y dije: “Esto es lo que me has enseñado”.

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