viernes, 27 de abril de 2012

WhatsApp


Se derramó el tintero y apenas puedo distinguir mis propias palabras, y no recuerdo que quería decir. Un sabor amargo recorre mis venas, y mi alma se retuerce deformando mi mente, convirtiéndola en angustia. Pido el comodín de la llamada, pero no coges el teléfono. Vine a este mundo de forma prematura (unos cientos de años) y por mucho que busco no encuentro el libro de instrucciones. Mierda de abismo, la caída es tan alta que incluso tenemos el supuesto privilegio de meditar acerca de como será el aterrizaje. Me corto el pelo o me lo dejo largo? Fantasía o realidad, ayer conté trece personas escribiendo en el móvil a la vez en el vagón en el que iba. Retrocedo unos pasos para dejar pasar la muerte, que muy coqueta me da las gracias. No es nada, digo yo con una semisonrisa. No, lo siento, mis sueños no están en venta, pero tengo pesadillas a buen precio, por ser tú, gratis, y de regalo te llevas, si quieres, algún trauma infantil, tengo de primera calidad. Persigo el prestigio del anonimato, y las circunstancias propicias para cambiarme por el reflejo del espejo, mas siempre está atento a mis movimientos. “Me gusta tu estilo transgresivo, mitad rabia, mitad aburrimiento.” Me dijo un crítico que me acabo de inventar. Y yo contesté : “Me has leído el pensamiento.” Pesada soledad de los cojones, ya está otra vez enviándome un WhatsApp.


No hay comentarios:

Publicar un comentario