Buscándote entre las losas
cubiertas por la escarcha, aquella fría mañana por el jardín de mármol. Un gato
negro jugaba, entrecruzándose por mis pies,
mientras el viento soplaba una letanía de recuerdos en mi pensamiento,
medio oculto tras un ceño fruncido por unas arrugas precoces. Mis torpes pasos
delataban mi cansancio y los tuyos los había borrado el tiempo. Pero sabía que
te encontraría tarde o temprano. Un
extraño sopor helaba mi conciencia que poco a poco se iba deteniendo, para caer
rendida bajo la sombra de un ciprés, mientras, la escarcha, empezaba a hacerse
agua, como frías lágrimas de aquel paisaje, testigo mudo de mi búsqueda.
Soñé que una mano me pasaba
una nota, yo la desplegaba y al leer el mensaje, me desmayaba sobre un suelo de
baldosas amarillas. Entonces cobraba conciencia de que estaba en un hospital.
Luchaban por reanimarme, pero yo estaba demasiado ocupado sosteniendo un peso
mayor que el del universo. Y pensé; te encontré.
Desperté algo
aturdido, y me levanté, cansado de
buscar, decidí romper la baraja y empezar
una nueva. Todos los jugadores sonrieron. Y me dirigí hacia la puerta
principal, el sol prometía un día radiante.
Justo antes de salir, me di
media vuelta, y corriendo volví al ciprés que me había visto morir. Y con una
navaja grabé en el tronco mis iniciales y un epitafio.
R.C.S.
NO
SE EXTRAÑEN SI SE LEVANTA
No hay comentarios:
Publicar un comentario