domingo, 9 de junio de 2013

No se extrañen si se levanta



Buscándote entre las losas cubiertas por la escarcha, aquella fría mañana por el jardín de mármol. Un gato negro jugaba, entrecruzándose por mis pies,  mientras el viento soplaba una letanía de recuerdos en mi pensamiento, medio oculto tras un ceño fruncido por unas arrugas precoces. Mis torpes pasos delataban mi cansancio y los tuyos los había borrado el tiempo. Pero sabía que te encontraría tarde o temprano.  Un extraño sopor helaba mi conciencia que poco a poco se iba deteniendo, para caer rendida bajo la sombra de un ciprés, mientras, la escarcha, empezaba a hacerse agua, como frías lágrimas de aquel paisaje, testigo mudo de mi búsqueda.

Soñé que una mano me pasaba una nota, yo la desplegaba y al leer el mensaje, me desmayaba sobre un suelo de baldosas amarillas. Entonces cobraba conciencia de que estaba en un hospital. Luchaban por reanimarme, pero yo estaba demasiado ocupado sosteniendo un peso mayor que el del universo. Y pensé; te encontré.

Desperté algo aturdido,  y me levanté, cansado de buscar, decidí romper la baraja y empezar una nueva. Todos los jugadores sonrieron. Y me dirigí hacia la puerta principal, el sol prometía un día radiante.
 
Justo antes de salir, me di media vuelta, y corriendo volví al ciprés que me había visto morir. Y con una navaja grabé en el tronco mis iniciales y un epitafio.

R.C.S.

NO SE EXTRAÑEN SI SE LEVANTA

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