lunes, 3 de junio de 2013

Acariciar el asfalto.



Mis alas pliegan la noche cuando salto desde la séptima planta. Susurros que se atrabancan cuando mi lengua alcanza tu lóbulo. Pequeños detalles de una caída programada. Dos horas acariciando tu cuerpo y quince minutos observando la calle hasta que no pasase nadie. Las lágrimas que no vertiste son la recompensa al secreto que nunca conseguiste arrancarme. Pasos adelante para una marcha atrás. Besos de despedida que nunca imaginaste. Bésame otra vez. Y en el móvil sonaba nuestra canción, mi última canción. Gemidos compartidos que llevarse lejos, sabor a ti que nunca perecerá.
¿Dónde vas?
 Y desaparecí sin más.          

No hay comentarios:

Publicar un comentario