Mis alas pliegan la noche
cuando salto desde la séptima planta. Susurros que se atrabancan cuando mi
lengua alcanza tu lóbulo. Pequeños detalles de una caída programada. Dos horas
acariciando tu cuerpo y quince minutos observando la calle hasta que no pasase
nadie. Las lágrimas que no vertiste son la recompensa al secreto que nunca
conseguiste arrancarme. Pasos adelante para una marcha atrás. Besos de
despedida que nunca imaginaste. Bésame otra vez. Y en el móvil sonaba nuestra
canción, mi última canción. Gemidos compartidos que llevarse lejos, sabor a ti
que nunca perecerá.
¿Dónde vas?
Y desaparecí sin más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario