martes, 2 de abril de 2013

El perro del museo oncológico.

Roger - by Josu Sein

Una mujer paseaba a su perro por los jardines del museo oncológico mientras yo rebuscaba en los bolsillos mi dosis de clonazepam. El mundo se tornaba extraño mientras el sujeto se iba adjetivando a medida que al rey le mermaba las fuerzas una reina enloquecida. Los espasmos desnudaban el cuerpo del delito mientras ponía el culo en pompa en la ingravidez del virus interplanetario. Diminutos seres correteaban por mis pies desflorando sombras de paisajes aún por conocer. Y las pautas se desincronizaban en la vulgaridad de los días que no volverían a ser después. Se desbocaba la verborrea de un insulso mimo que trataba de centrarse en la soga que lo esperaba. Frases cogidas al azar del cubo de la basura por una mano inocente. ¿Qué esperabas? La grandeza de lo inconcebible se vino abajo cuando tropecé con mi sombra, por suerte me pidió disculpas, que por supuesto no acepté. Es demasiado tarde para recordar la sed... mientras compro sales de baño por internet.

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