Achicando emociones de mi
corazón que se hunde y enviando pensamientos a la papelera de
reciclaje. Demostrar sensatez determina una violencia tan inequívoca
como el hedor que desprende mi despensa de inquietudes. El perímetro
me va cercando hacia el punto de vista absoluto de la nada. Todas las
piezas encajan en mi mirada cuando camino de espaldas a la espera de
un vértice tan seguro como inesperado. Me gustaría escribir acerca
de la alegría, pero ya hace tiempo que no responde a mis cartas, y
su rostro se va borrando de mi mente. No tomo una postura, soy
empujado por unas circunstancias que se me caen de las manos como a
un malabarista ciego. Lucho por vivir, eso es lo único que sé, ser
feliz debe ser la hostia. Mas sigo corriendo, y no me pienso parar
hasta que agote mi cupo de sentimientos.
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