Desflorando la noche me adentro en la oscuridad de
unos ojos ciegos que han de guiarme por el sendero del significado oculto tras
las palabras con las que tropiezo, mientras palpo un secreto que corre más
deprisa que mi pensamiento. Los recuerdos de un niño descarnado, negados,
prohibidos por decreto. Fantasía o realidad, debajo de una red de pescador cargada
de cascabeles, sueño de contención. Sólo pido una despedida a tiempo, un
retraso en mi silencio, una botella donde colocar el mensaje. Un dios a quien
presentarle mis reivindicaciones. La suerte me ha tentado, en mi peregrinaje
camino de la muerte, y de momento me hago el loco. Precisión absoluta mientras
sostengo el arco iris con mi imaginación apuntando más allá de mis deseos. El
tiempo es oro y el oro codicia. Me voy a retirar a mis aposentos, tal vez me
visite un cuervo, sólo eso un cuervo, de parte de un amigo que jamás conoceré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario