Un puñado de intenciones amarradas con cuerda a mis
pies. Observo el río fluir desde lo alto de mi miedo, esperando el momento de
saltar. Imagino mis emociones hundirse en la corriente de la vida y gozar de la
falta de este aire contaminado que va erosionando con su caricia lánguida la fe
en la existencia. Los movimientos se entristecen, pero el momento se acerca,
siempre se acerca. Latido de culpa que detiene el reloj para castigar mi
instante. La incertidumbre maniobra su maquinaria con impotente exactitud. Vida
trucada por la que seguir apostando. El río… Miro hacia arriba y comprendo que
ya he saltado. Volver a empezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario