Sigilosas perversiones en el filo de la cuchilla que
sostengo entre los dientes, misterios por desvelar y después ocultar en lo más
profundo del enjambre de mentiras. Doy un paso y después otro. El cielo anuncia
lluvia y yo me apresuro a ponerme a la intemperie. Mi silencio es por vocación
y la vocación no es pecado, pienso, mientras ojeo las esquelas de la prensa
amarilla. Eufemismos que desalojan
sueños, en virtud de un mundo que padece de pesadillas. Trampas al tiempo que
nunca se dispararan y pequeños trozos de alma para saber como regresar a la
nada. Destino impoluto que destilar en laboratorios clandestinos de la escasez.
Cansado de zanahoria me senté a pensar y el vértigo casi rompe la inercia de lo
inevitable. Poeta de mierda. Y la muerte esperando en cualquier esquina, vestida
de gala, espera su baile, el último baile.
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