sábado, 27 de octubre de 2012

No te he olvidado.


Eludiendo los gritos, se encoge de hombros, y vuelve a su partida, en la eterna espera del silencio. Morir en apariencia... tan sólo un juego. Preguntas azotando mi mente, mientras sellan el nicho. Incertidumbre por equipaje en un devenir cada día un poco más vacío, mientras, el destino mueve pieza. Perplejo me asomo al abismo sin voluntad y los naipes se desploman asolados por una suave brisa de soledad. Una fría lluvia empieza a mojar a los asistentes que poco a poco, cada vez más deprisa, van abandonando el cementerio. Tan sólo resta un hijo desconsolado que no se irá ya nunca más de allí. La madre acompañada por su otro hijo, se aleja llorando. Los coches alquilados desparecen bajo la espesura del recuerdo. Cuando se han ido, cojo prestadas un par de flores y las deposito en un nicho que está a unos metros, parece olvidado. Me despido, empapado, con un simple: no te he olvidado.

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