Eludiendo
los gritos, se encoge de hombros, y vuelve a su partida, en la eterna
espera del silencio. Morir en apariencia... tan sólo un juego.
Preguntas azotando mi mente, mientras sellan el nicho. Incertidumbre
por equipaje en un devenir cada día un poco más vacío, mientras,
el destino mueve pieza. Perplejo me asomo al abismo sin voluntad y
los naipes se desploman asolados por una suave brisa de soledad. Una
fría lluvia empieza a mojar a los asistentes que poco a poco, cada
vez más deprisa, van abandonando el cementerio. Tan sólo resta un
hijo desconsolado que no se irá ya nunca más de allí. La madre
acompañada por su otro hijo, se aleja llorando. Los coches
alquilados desparecen bajo la espesura del recuerdo. Cuando se han
ido, cojo prestadas un par de flores y las deposito en un nicho que
está a unos metros, parece olvidado. Me despido, empapado, con un
simple: no te he olvidado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario