La canción sonaba una y
otra vez. Y las mentiras cada vez sonaban más dulces. El gris
tomaba matices imposibles en el vértice de las intenciones, mientras
los incautos mostraban orgullosos su precariedad. Y la bondad no
cesaba de brotar de las venas abiertas de la tierra. Tentetiesos se
mantenían estáticos haciendo gala la su propia ignorancia, mientras
la levedad del momento emancipaba la irrealidad. Las huellas se
borraban con la caricia de una brisa que nunca nació. A mi derecha
una orgía emergía de la nada hasta prolongarse a mi izquierda
arrastrándome al clímax de lo inesperado. Y delegados de la
imaginación boicoteaban al hastío de un pequeño grupo de
supervivientes. Pequeñeces que invertir en grandes proyectos que
desechar. “sólo te seguirán un par de chiflados” ( te la guardo
) Arañazos en la espalda, olor a sudor ajeno, y café para dos.
Juegos que crecen con la esperanza de olvidar lo absurdo de este
dado trucado que nos dan al nacer. La canción sonaba una y otra vez
hasta el maldito despertar.
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