Discurrir en negativo en busca de la destrucción perfecta de los
esquemas imperfectos que constituyen los pilares de la enfermedad que
nos corroe. Avanzar en eses, evadiendo las cuestiones fundamentales,
para alegar ignorancia cuando lleguemos al hogar de los malditos.
Dejar la mente en punto muerto en pleno subidon. No digas que no te
lo advertí. Sonrisa vertical para desayunar. Mudos intercambiando
silencios en el mercado negro. La culpabilidad hacía estragos en los
campos de recién nacidos, se echaron a perder cientos de cosechas,
hasta que dieron con la droga adecuada. Grupos de terapia para gente
feliz en el que nadie levantaba la mano, hasta que el principe azul
se echo a llorar. Todos levantaron la mano y nadie supo, en realidad,
que decir. Las enfermeras llevaron a los pacientes a sus respectivas
habitaciones riéndose a carcajadas. Y quedo un círculo de sillas
vacías que se miraban.
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