Peleando con las manos
atadas en un habitación a oscuras que planea sobre el horizonte de
mi imaginación contra un monstruo cargado de dolor. Unos latidos que
suenan a muerte anuncian de nuevo el sueño de la debilidad, mientras
los huesos se hacen polvo y el alma pesada como años de promesas
sin cumplir. Cuando los caminos se tornan laberintos, cuando el
cansancio golpea con fuerza, cuando el cristal deja de ser
trasparente, cuando las palabras se convierten en jeroglíficos,
puedes afirmar sin caer en la duda que la pesadilla te llama por tu
nombre. El placer se desvanece como el humo de la botella para
alejarse hacia un pasado al que nunca podrás regresar. El juego ha
terminado, dicen los recuerdos muertos. La magia se quebró con el
frío de una cuchilla de afeitar el día que descubriste el truco.
Los destinos discurren por vías muertas.
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