Reflejado en palabras que
se pierden la negrura de un pensamiento aún por perpetrar. Miradas que
se cruzan en una sala de espera cada vez más pequeña. Improvisando
emociones, levanto suspicacias entre un público que viene preparado
de sus ratoneras. Desmotivado regreso al encuentro conmigo mismo,
infrinjo un par de reglas y me doy un empujón al vacío de la noche
sin sueños. Perteneciendo al rigor de la hipocresía humana me
conformo con entretener al tiempo con la máxima sutileza posible de
la que es capaz el miedo. Palpo una oscuridad absoluta hasta formar
parte de ella y es entonces cuando las preguntas sin respuesta
despiertan de su inercia para detenerse un instante en mi conciencia
para recordarme mi condición. Rompo el hielo con una cuchilla de
afeitar y todo empieza a funcionar, juegos de azar y libre albedrío
para llegar a tiempo al nicho. Mañana espero un mejor público, el
de hoy me ha decepcionado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario