martes, 20 de noviembre de 2012

A VECES LAS NOCHES SON MUY LARGAS


A veces las noche son muy largas.

La respuesta que se desvincula de la pregunta, que la anula, que la vacía de sentido. Esa es la respuesta que busco.” Dios se encogió de hombros, y Charles volvió a su tetrabrick. Palabras negras que blanquear con trivialidad, pensó mientras se acercaba a la fuente. Saludó y fue saludado, pero aquí se le acabó la conversación, no supo que decir. “Mierda de falta de espontaneidad, un día me costara la vida, sino tiempo al tiempo”. Se dijo, alejándose como una sombra. Se tumbó en su rincón, se cubrió con los cartones que había preparado y se dispuso a dormir. Las noches a veces son cortas, otras, en cambio, pueden ser muy largas.

Arrancando mi tiempo con sus dientes de acero se asomaba desde mi ventana, aquella bonita mañana de verano. Babeando recuerdos me miró fijamente a los ojos, y me dijo: “Tranquilo, el sufrimiento ha terminado. Relájate, mañana todo será diferente. No te resistas. Es por tu bien. No poseas nada y lo poseerás todo.” Y el universo se plegó sobre si mismo, dejándome durante un instante en el más absoluto vacío. Un instante, una eternidad. Todo empezó a cobrar consistencia, cuando Verónica empezó a darme golpes para que despertará. Ya eran las seis de la mañana. Tenía que ir a trabajar a la oficina. Eche cálculos que de sobra sabía hacia donde decantaría el resultado y pensé si me daba tiempo de hacer el amor con mi esposa antes de salir para el despacho. Así que llegué tarde, pero de algo sirve ser el jefe, después de 8 años escalando posiciones, comiendo pollas y dando por el culo.

Me bajé del coche y un vagabundo llamado Charles me pidió unas monedas para un poco de comida Don Simón. Y me lo saqué de encima lanzándole unos cuantos céntimos unos metros más allá.

A veces las noches son muy largas.

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