El
desasosiego que consume las velas de mi pastel se ve reflejado en mi
mirada al secarme el sudor con un pañuelo. Alguien perdió los
papeles y alguien los encontró. Alguien huyó y alguien se quedó.
¿Tenía que pedir un deseo? Con nocturnidad y alevosía, susurró
una voz alarmada. Deseo ser sólo un personaje de un texto escrito
por un tal numayos y que todos vosotros lo seáis. El anciano me miró
y me guiñó un ojo. Los demás no sabían que les iba a pasar ahora.
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