Nunca asumió su propio rechazo, su
odio hacia si mismo. Todo hubiese resultado más rápido, menos
doloroso y tal vez más higiénico. Pero el camino se convirtió en
un empedrado sendero sin salida, cada día más pronunciado, cada día
más angosto. Estamos acostumbrados a este tipo de rechazo en los
implantes. Los solemos redirigir por la idea de la duda y la locura
incluso. Así los mantenemos atados a la Sociedad. Pero tengo un par
de esquejes que están creciendo muy bien, uno lo tengo casi de
abogado. El otro es mi avatar, un casi cuarentón de poca duración
con el que ahora escribo estas líneas. Me gusta trasplantarme
rápidamente, no soporto estar mucho tiempo en un mismo avatar.
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