La
imaginación cubría los espacios vacíos, mientras me sentaba frente
a mi teclado.
“El
pasado es un demagogo que nos convence con demasiada facilidad. Pero
ahí está, inamovible, pesado como toda una vida, inútil como
aquello que no se puede cambiar. Y al vez tan goloso. Siempre
alimentándonos de el como hienas, con una falsa sonrisa en un rostro
que apenas puede contenerla. Lancé un mensaje en una botella al
nacer y aún nadie lo ha encontrado. Me pregunto si el mar de la nada
está demasiado lleno.”
En
estos pensamientos estaba Lolo mientras se tumbaba en su sofá
compartiendo un canuto con su amiga soledad. De fondo escuchaba a
Vetusta Morla desde YouTube. Y pensaba.
“La
vida debe ser algo más que una búsqueda de sentido en alguna
trivialidad que nos aleje de las preguntas que nos atormentan porque
sabemos de su importancia. La vida tampoco debe ser una contemplación
lujuriosa de uno mismo. Ni una espera agónica. Ni ignorancia. Ni
miedo. La vida debe ser algo más.”
Se
sentía infeliz, marcado por un estigma desagradable que lo había
dejado a mitad de camino entre dos puntos los cuales no lograba
divisar.
“Pero
aún puedo admirar la belleza de una buena canción, del olor de un
campo de flores, de un juego de miradas, de unas palabras adecuadas,
del calor de una buena manta. Y aún puedo tropezar y levantarme.”
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