El
momento se acercaba doblando la esquina dos manzanas más abajo
cuando ya lo daban por muerto. Debido a la fragilidad de la extraña
estructura de naipes nadie se atrevía a pronunciar ninguna palabra
por si se desplomaba. Y los naipes sangraban soledad creando charcos
donde todos nos quedábamos pegados. Sólo nos podía salvar el
momento y su inocencia. Cruces en un calendario y desorden emocional.
El momento estaba a una calle. Y el castillo de naipes acababa en una
escalera de color que llevaba más allá de tus sueños. “Nadie”
dijo “lo siento”, y el castillo se derrumbó sobre su propia
fragilidad cerrando la puerta al momento.
Los Buenos - Vetusta Morla
Soy
el prisma de tu mundo perfecto, y eso me hace reír. Satisfacción al
recorrer los mapas con el dedo. Palabras que se pierden en el orden.
Titubeo de una gota al filo de la hoja de una rosa azul. Malas
costumbres que declarar a hacienda de ese dios no corroborado.
Lentitud de movimientos en un afán por ralentizar el momento.
Enemigos gritando victoria. ¿Encargué la tarta? De los payasos no
hay duda de que no me olvidé (tengo uno a mi izquierda, apestando a
whisky, vaciando el relleno de una muñeca). Una noria abandonada
cerca del cementerio. Que hable, que hable.
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