Vas a rehuir mi mirada
cuando te diga que la vida tiene un precio y a mí no me queda
crédito para pagarlo. Apoyado contra la muralla, cuento cuentos.
Enfermo de tanto luchar por no buscar culpables, mientras toman mis
medidas para que la mortaja me quede perfecta. Juego de locos que nos
deja en la lucidez. Cruel objetividad que pone balazos sobre las is.
Tahur que reparte una mano de espejos. Los cuentos sirvieron de
sucedáneo hasta que la conciencia dijo basta. La gangrena que pudre
mi pensamiento, te tiene en su lista, te quiere, pero te tiene en su
lista. Un estribillo que salpica de saciedad mi pensamiento,
llenando de cadenas mi libertad. Escudriño los bolsillos, tal vez
aún tenga una ficha para una vuelta más, pero esta será diferente.
Hay precios que no voy a pagar y uno es el tuyo.
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