La paciencia se torno
inercia y con ella llegó el olvido. Olvido ingrato que manipula la
realidad para jugar con su hermana esperanza. Un rostro que se
derrite en un cuadro pulidamente enmarcado en el desván de la
mansión donde habitan mis sueños. Debes poner atención, me
escuchas? No existe “la vida es así”. No les doy ni un instante,
me declaro insolvente mientras destilo pasado en un cuchitril que
montaremos sobre la incredulidad de los autómatas. Gente de papel
siempre a punto de arder. Pide un deseo y sopla las velas, cariño.
Recogí la botella, todos nos miramos, la rompí contra una roca y
cogí el papel. Léelo, léelo!
“Deseo existir.”
Y el niño pudo soplar
las velas.
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