Perforando el horizonte día a día con las uñas, yo era sólo un
eslabón de un engranaje, de una complicada conspiración contra la
realidad que nunca agacharía la cabeza. El silencio iba cobrando
forma, a medida que la cúpula celeste iba perdiendo su curvatura. El
pegamento se estaba agotando y los hombres de gris podían notarlo,
teníamos poco tiempo. Y, encima, nos estaba entrando el mono. Nos
comunicábamos por móvil, eso cuando no quemábamos el tiempo con
algún absurdo juego del android 4.03, hasta parecíamos reales. Mi
palacio de cristal se compone de una piltra, un armario donde habitan
todo tipo de seres, un pc i7 de 8 gigas, un televisor led de 42” y
un home cinema, más un pequeño taller de reparaciones. Y aquí
tengo atrapado el cuerpo, el palacio de mi mente es mucho más
grande. Suena el cascabel los jugos gástricos se ponen en marcha,
puto Pávlov. Te tengo donde quería y aún no te has dado cuenta. Te
tengo bien lejos. Nunca nadie se acercara lo suficiente. El hombre
invisible lamía tu helado.
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