Nunca comprenderán el
valor de los mansos. Repetía mientras era azotado una y otra vez. El
sonido de los latigazos en la piel, el olor de la sangre. Cuando
llamaron a la puerta, era Claudia, que la reclamaba la Madame, venía
a sustituirla. Vas a sufrir cerdo, oyó decir mientras cerraba la
puerta. Al llegar a recepción, una barra llena de traficantes y
chulos por si las moscas, Cristina, la Madame la esperaba. Silvia, te
espera el paciente 13 te espera en la habitación 16, ha suplicado y
exigido a la vez que fueras tú, está muy extraño pero a soltado
mucha panoja. Cristina era una Jasp “Joven aunque sobradamente
preparada”, es decir que tenía más huevos que la Mala Rodriguez.
Allí ningún cliente tenía nombre eran pacientes. Y el 13 estaba
muy raro últimamente. Silvia se dirigió hacía la
habitación 16 algo asustada. Al entrar, el paciente 13 cerró la
puerta de golpe y le dijo: Lo tengo. Por fin lo tengo. Hemos de
escapar. Silvia gritó para que la oyeran los chulos. Y el 13 empezó
a reír. Y se explico: Es inútil, en el momento que entraste en la
habitación ya no estás, dónde crees que estás. Bueno, para ser
más exactos, ya no estás. Silvia chilló aún más fuerte. Y 13 rió
más fuerte. 13 la intentó tranquilizar en vano, se fue a un rincón.
Y se relajó. Ya tendría tiempo a explicárselo. Ahora que había
aprendido a parar el tiempo.
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