Despertar a la
inconsistencia del argumento con el que hilvanar mis pasos, encogerse
de hombros y sonreír inocentemente como en una película muda llena
de secretos. Una rata de laboratorio cruza las teclas del piano
buscando su etiqueta y el silencio se detiene por unos momentos.
Enciendo un cigarro y mi mirada se evade con el humo en la semi
oscuridad de mi semi intimidad. Siento tu presencia a mi espalda,
como, acurrucada, aún duerme y me pregunto cuando acabó todo. El
cigarro se consume rápidamente mientras el tiempo lo hace
lentamente, como una condena de en mitad de la nada. Miro el reloj
que hay encima de la mesita de noche sin mirar la hora que marca.
Oigo tu respiración relajada como se aleja, en un gesto vacío de
sentido y lleno de autocompasión giro sobre mi para ver como tu
cuerpo se desvanece en mi memoria, y en un alarde de melancolía,
musito tu nombre. La luz se filtra por una fina línea entre las
cortinas, enciendo un cigarro, miro el reloj, son las seis y media y
aún recuerdo tu olor.
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